LA VENTANA
Jonatan Zapata Carrasco
I
Una mañana de invierno, convencido de su amor, se levantó de la cama abrazado a la almohada como acostumbraba dormir, nuestro amigo Ernest, el personaje de esta historia, un chico de 17 años que en el verano de 1901 en un país cuyo nombre no podemos mencionar por motivos culturales, se convirtió en un personaje muy peculiar para su época aunque sólo fue reconocido por un pequeño grupo de personas, sus amigos, razón por la cual vale la pena contar esta historia.
II
Vivía muy cerca a mi casa, pero aun así mi perro le tenía mucha estima, era una relación muy complicada, nunca llegué a comprender el grado de domesticación de mi amigo, hasta a veces gruñían los dos mirándose fijamente a los ojos, un día mi abuelo que volvía de la ciudad comento _¡Ese chico debe ser descendiente de algún gato, creo que si se cae del tejado caerá parado!_ ese día Ernest me buscaba porque debíamos visitar a Terry un amigo de infancia, que por esas cosas de la vida fue abandonado por su familia en la parroquia de la ciudad cuando era aun un bebé, y sólo salía con nosotros, creo que tenía miedo ir al campo solo, recuerdo que esa tarde encontramos muchos hongos que crecían bajo algunos árboles y los llevamos a la casa de Ernest con la intención de prepararnos algún potaje, pero su madre muy encolerizada los tiró a la basura, si hubieran visto la cara de que puso Ernest, todo el viaje de regreso se esmeró en que los hongos no se dañaran y llegaran sin ningún rasguño a pesar de los matorrales, arboles caprichosos y caminos que no parecían caminos, ese día se despidió de nosotros con una mirada que tal vez muchos conocen, la mirada que expresa el esfuerzo no recompensado, pero aún así quedamos en vernos dentro de cuatro días ya que nuestra salida le costó un regaño con su respectivo castigo semanal.
III
Unos meses después, ya más tranquilos y sin ánimos de armar pleitos en nuestras casas paseábamos por el pueblo, y a veces íbamos a la ciudad a ver como se vestían los chicos ricos de nuestra edad, pero nos sentíamos como hormigas dentro de un zapato, especialmente porque olía mal, era el parecer de un pueblerino que no sabe apreciar los exagerados perfumes que se consumían en la ciudad, tanta fue nuestra decepción que se nos dio por caminar por el pueblo muy limpios, peinados y extremadamente elegantes, a nuestro parecer queríamos demostrar que a pesar de no tener dinero podíamos ser diferentes, pero a menudo se reían de nosotros, naturalmente en nuestras casas no hubo problemas, ya que salíamos con la excusa de ir a la parroquia a rezar por nuestros estudios y a confesar nuestros pecados.
IV
Durante el tiempo que duro nuestra ropa elegante, y el hábito de la limpieza empezó a incomodarnos, nuestro amigo Terry, se perdía entre libros que el profesor de la escuela traía de la ciudad y que amablemente prestaba a nuestro amigo para que no pasara sus horas aletargado dentro de la parroquia, un día nos dijo que quería cambiar su nombre y llamarse Cristobal, y que quería conocer lo basto que era el mar, que se guiaría según la estrellas para conocer nuevos continentes, nos agobió con sus cuentos sobre naufragios y piratas que terminamos por llamarle Cristobal, a la semana siguiente, y mientras volvíamos a ser los chicos sencillos que éramos, Cristobal nos vino con la idea que ya no quería ser marino, que ahora quería ser profesor de mineralogía y que quería viajar al centro de la tierra, esta vez nos quedamos con la boca abierta con todo lo que nos contaba, ya después de escuchar todas esas historias fantásticas, ya cuando nos entraba sueño, hambre y hasta ganas de leer libros como él, decidimos, viajar al centro de la tierra, pero Cristobal que ya había decidido llamarse Otto nos dijo que sería imposible porque no encontrábamos muy lejos de Islandia donde supuestamente quedaría la entrada, Ernest y yo nos desanimamos totalmente al punto de menospreciar los libros tan maravillosos que leía Otto, después que el sol diera su último aliento volvimos a nuestras realidades, y creo que esa noche, no fui el único en soñar con viajes y travesías imposibles.
V
Pasaron unos cuantos días, en casa mi abuelo me pidió que me hiciera cargo de algunos animales así que no pude salir con mis amigos, a Ernest lo obligaron a tomar a clases de francés y sobre Otto sólo me contaron, los chismosos del pueblo, que se cambio de nombre otra vez, insistía en que lo llamaran Sir Lancelot, entendí que su locura era causada por la soledad y la antipatía que sentía hacia la realidad, pero lo comprendía. Anduvimos separados todo lo que duro las vacaciones, empezando el otoño la escuela nos esperaba, pero ahora sería nuestro último año, y eso nos contentaba a pesar de los regaños, y qué regaños, él que padecía los regaños más horribles era Ernest, su madre trataba a toda costa que su hijo fuera un gran abogado, pero a Ernest sólo le interesaba caminar por el campo y perderse en lo verde de la imaginación. Sir Lancelot por su parte reto a duelo de caballeros a varios niños menores, recitaba líneas poéticas con facilidad y lo que más sorprendía era la cantidad de niñas que lo miraban con ojos de cervatillo herido en cada una de sus presentaciones dramáticas, así que nuestro caballero amigo era muy popular, y eso nos convertía en sus escuderos.
Todos los días salíamos de la escuela, los tres, primero nos refrescábamos en un pozo cerca a la escuela, corríamos hasta la parroquia donde vivía Sir Lancelot, a veces los tres entrabamos a la tienda del Sr Gray pero casi siempre sólo entraba Ernest a comprar algunas frutas secas y dulces, lo esperábamos sentados frente a la barbería. Así transcurrieron los días tranquilos, no imaginábamos los cambios que sobrevenían a nuestra existencia, sin ánimos de hacer esta historia trágica, comentaré que fue una época muy divertida y emocionante.
VI
Todavía recuerdo el día que Ernest me contó que estaba enamorado de la hija del alcalde del pueblo, me reí a más no poder, era una broma sacada de un libro de chistes, me dijo que sólo había escuchado su voz cuando entraba a la tienda de Sr Gray, que logró ver algo de su cabello rubio al salir, sonreí pero no tuve el valor de decirle que esa chica tenía dos lunares enormes uno en la frente y uno cerca a los labios que la hacían peculiar y lo peor de todo le harían recordar a su madre, que también poseía lunares en el rostro, imagínense a Ernest cortejando a una muchacha que se pareciera a su propia madre, me causaba mucha gracia pensar en lo bien que se llevaba con su madre. Antes de parpadear, Ernest comenzó a ilusionarse con matrimonio, viajes, y todas esas cosas que hablan los enamorados, sólo pude decirle: _primero debes conocerla bien ¿no te parece?_ dicho esto me miro y dijo: _a los ángeles no es necesario conocerlos sino amarlos, y ella es un ángel para mí_ al escucharlo comprendí que no había marcha atrás en esta locura, a las pocas horas recogimos a Sir Lancelot de la parroquia y sucedió lo inesperado, nuestro caballero amigo apoyó las locuras de Ernest y lo animó que pidiera la mano de la doncella en cuestión, escucharlos hablar de romances me provoco una jaqueca terrible, sólo pude escuchar como planeaban la redacción de una carta para la Srta Eliana, así se llamaba la hija del alcalde, nunca podré olvidar ese nombre, que tanto repetía Ernest, a pocos días me enteré que cartas iban y cartas venían, con asombro pude ver como mi amigo maduraba y dejaba de buscarme. Un día fui acompañando a mi abuelo a comprar algunos abarrotes y vi como Sir Lancelot entregaba un sobre muy decorado en la ventana de una casa enorme, fingí no verlo, pero vino a mi mente una pregunta que no podía resolver_ ¿Ernest habrá observado personalmente a la Srta Eliana? Al parecer todavía no, así que llegué a casa algo asustado y preocupado por el futuro de esa relación, me propuse hablar con Ernest el día siguiente. Cansado por la faena del día, me acosté.
VII
Nos reubicamos en la mañana de invierno que mencione al inicio de este relato. No supe que decirle cuando lo vi muy bien vestido y con un ramo de flores, Ernest iba camino a esa casa enorme y con orgullo me dijo: _Si hoy me aceptan pediré la mano de la Srta Eliana_ me quede pálido como un papel, no quise arruinar el momento de felicidad de mi querido amigo, y camine a la parroquia como si me hubieran golpeado. Llegando a la parroquia me encontré con Sir Lancelot, que esta vez me sorprendió con otra de sus locuras, en esta ocasión me dijo que había encontrado su esencia y que Ernest lo ayudó a encontrarse a sí mismo, solo lo escuché sin prestar mucha atención, lo único que pude entender era que la palabra amor se repetía constantemente en Terry, y que su nombre definitivo era Romeo, en ese instante estaba muy preocupado por el tiempo que tardaba Ernest en esa casa enorme. Romeo me contaba historias que me preocupaban aun más, me comento que a veces el amor supera a la muerte, que las diferencias sociales no importan y que estaban dispuestos a todo a nombre del amor, ya estaba anestesiado con las clases de filosofía romántica de Romeo hasta que de repente vemos a Ernest correr hacia nosotros, y lo que nos dijo me dejo con la boca abierta hasta los pies: _El alcalde leyó las cartas que hice con Romeo y cree que soy brillante, hable un poco con la Srta. Eliana pero su padre me apartó para conversar sobre mis planes a futuro, y como acordé con mi amada, hice la petición de mano, ¿y saben qué?, me dijo que si terminaba mis estudios como el mejor alumno de la escuela me convertiría en su yerno_ diciendo esto suspiró, Romeo festejó como si hubiéramos ganado un premio, saltaba dando brincos como si él fuera a casarse, me sorprendió cuando sacó de la parroquia una botella de vino, los dos me abrazaron y brindamos muy contentos, esa noche vi a Ernest tan feliz, sus ojos brillaban, y no dejaba de sonreír, así que no dude en alegrarme con el por su felicidad. Ya tumbado en mi cama pensé que el plan de boda de mi querido amigo podría funcionar, así que oré como nunca lo había hecho y dormí.
VIII
El tiempo, cuando uno quiere que transcurra lento se apresura como caballo desbocado, y ya estábamos cerca al final de las clases en la escuela, Ernest no tuvo problemas en ser el mejor alumno, ya que siempre lo era, y la felicidad en su rostro era evidente, el día que entregaron los diplomas de graduación me dijo: _el alcalde me pidió que viaje con él para ayudarlo en algunos negocios, los extrañaré mucho a Romeo y a ti, parto hoy por la tarde_ diciendo esto me abrazó y buscó a Romeo para darle algunos encargos, que supongo eran para la Srta Eliana que se quedaría en el pueblo a la espera de su futuro esposo. Como a las cinco de la tarde, Romeo me sorprendió con una visita, era para despedirnos del tren que llevaría a Ernest, fuimos corriendo a las estación, alcanzamos a ver a lo lejos a nuestro amigo, saludándonos con la mano y gritando nuestros nombres, era una emoción que nunca había experimentado, Romeo se posó en mi hombro y lloró, recitando los poemas que había compuesto con Ernest. Regresamos caminando muy lentamente, la lluvia caía combinándose con nuestras lagrimas, cansados como si cargáramos un peso sobrenatural a paso lento nos dirigimos al puedo, llegando a la parroquia Romeo me contó que debíamos entregar una carta que dejó Ernest para la Srta Eliana, no pude negarme así que el día siguiente me presente en la parroquia pero me di con la mala noticia que Romeo estaba enfermo con un resfrío, que era de esperarse después de lo de ayer, el párroco me entrego un sobre y me dijo: _toma es para ti, tu amigo dice “sigue el camino trazado por el amor”_ me quedé mudo y esperé que el párroco se despidiera, comprendí a la perfección lo lírico del encargo pero no sabía cómo hacer para entregar la carta, así que recordé la ventana donde había visto a Romeo colgado dejando y recogiendo cosas, no tuve más remedio que apresurarme para que nadie me viera, toque con cuidado el vidrio de esa ventana, espere que abrieran y entonces escuche una voz que me decía: _tú eres el chico que vive con su abuelo, el callado del grupo, ¿verdad?_ Sólo pude asentir con la cabeza, su voz era tan armoniosa que el canto de un gorrión en primavera era un ruido molesto en comparación con la delicadeza de su voz, al instante comprendí la razón de los sueños románticos de mi querido amigo Ernest, entregando la carta me retire muy veloz, debía ayudar a mi abuelo a remendar algunos sacos que teníamos que preparar para la cosecha.
IX
Una mañana, ya pasados 7 meses desde la partida de Ernest, mi abuelo me despertó inesperadamente, asustado pregunte qué pasaba, mi abuelo: _hijo, tu amigo el que peleaba con tu perro, ese Ernest, el elegante, una carta de él_ con algo de miedo y curiosidad tomé el sobre lo abrí y leí el contenido, eran saludos, nos contaba de lo bien que le iba, pero en especial me sorprendió un párrafo:
“acabo de conocer a una persona muy especial, me gustaría que la conozcas algún día, es la prima de la Srta Eliana, le he contado mucho de ti, dentro de tres meses estaremos de regreso y te la presentaré”
Este párrafo me lleno de curiosidad, así que lleve la carta a la parroquia, para que la lea también Romeo, pero al llegar, me hacia al encuentro él, con una carta más larga llena de rimas, y dibujos góticos, Romeo muy contento me contó lo que yo ya sabía, pero el formato de esa carta era poético, especialmente para comunicarse con él, Romeo me comentó esa tarde que andaba de novio con la hija del barbero, y que era un secreto, me quedé muy sorprendido porque eso significaba un suicidio, pero aun así apoyé a mi amigo no podía dejarlo solo en estos momentos. Llegando a casa imaginé a la prima de la Srta. Eliana, imaginaba su nombre, imaginaba su voz, imaginaba su rostro, su cabello, el color de sus labios, y sin querer me enamore de un idea deslumbrante de alguien que no conocía, pero me gustaba sentirme así, y por fin comprendí a mis amigos de infancia, y admití que había crecido tanto. Medite en cosas como el matrimonio y lo difícil que era formar un familia, en ese instante me di cuenta de la realidad, mi abuelo era toda la familia que poseía, mis padres fallecieron de una extraña enfermedad hace ya varios años, debía apoyar a mi abuelo, casarme y trabajar mucho para conservar nuestras tierras, esa noche sólo pensé en mi abuelo y en la cosecha por venir.
X
El día esperado del regreso de Ernest, Romeo que ya trabajaba de ayudante de un sastre, aprovechó en conseguir algunas trajes raros, me vistió con un traje que me hacía parecer un príncipe ingles y él vestido con un conjunto verde daba la impresión de un soldado francés, no sé porqué pero accedí a ponerme esas ropas, al fin y al cabo solo era por esta vez. Muy elegantes esperamos en la estación del tren, toda la familia del alcalde, la familia de Ernest, y casi todo el pueblo esperaba la llegada del alcalde por supuesto, nosotros éramos el centro de las miradas, me sentí incomodo pero me acostumbre. Durante la espera, un niño muy pequeño me pregunto si yo era príncipe de algún país y si Romeo era mi guardia de honor, eso nos causó risa e hizo la espera algo menos tensa. Escuchamos a los lejos como se acercaba el tren, impacientes no dejábamos de mirar fijamente como se detenía frente a nosotros cada vagón, bajaban algunos pasajeros hasta que la multitud grito, _¡nuestro alcalde!_ a mi parecer estaba más gordo, lo que significaba que no había trabajado lo suficiente, y ya imaginábamos los días interminables de trabajo que habrá pasado nuestro querido Ernest, al instante frente a nosotros vimos a un personaje conocido, su traje era blanco, llevaba un sombrero muy elegante, nos miro fijamente, nos reconoció, y grito: _amigos míos, cuanto los extrañe_ nos abrazó como si fuera a quebrarnos, en eso me giré a ver el tren y vi bajar a una muchacha de vestido negro, que lucía como una viuda, pero en realidad era muy joven y bella, Ernest se volvió hacia ella y tomándola de la mano nos la presento: _la Srta Nelly, prima de mi prometida, es una excelente pianista y muy buena compañera de conversación_ la saludamos cortésmente, nos sonrió y comento: _no me habías contado que existieran príncipes en este pueblo, primo, ustedes tres hacen un juego de claveles en medio de tanta simplicidad_. El cumplido nos dejó sonrojados, pero vi un rayo de arrogancia en los ojos de esa mujer cuando veía a la multitud, y me pregunte qué hubiera pasado si Romeo y yo no nos hubiésemos vestido de esa forma tan elegante. El alcalde presentó ante todo el pueblo a Ernest como su yerno y anunció que la boda se realizaría dentro de dos semanas.
Ese día cenamos en la casa de Ernest, fue la primera vez que vi a la mamá de Ernest sonreír con su hijo, acariciarlo tiernamente, atrás quedaban los gritos, los insultos y los castigos semanales, esa noche al llegar a mi casa, abracé muy fuerte a mi abuelo, le di las buenas noches y me acosté muy cansado.
XI
Una semana antes de celebrarse el matrimonio de Ernest y Eliana, nos invitaron a pasar un día de campo cerca al rio, fui solo, Romeo llevó a la Sonia, la hija del barbero, pero esta vez con la venia del barbero, parece que Romeo por fin había sido aprobado por su futuro suegro, Ernest llevó a Eliana, a Nelly y a un criado que llevaba el carruaje. Mientras nos dirigíamos al rio, Nelly no paraba de ver mi atuendo, pero noté que también observaba a Sonia y a Romeo, se había dado cuenta que éramos personas pobres, y no se acostumbraba a tanta sencillez, en compensación la forma de hablar de Romeo era exquisita y Nelly se sentía muy a gusto cuando el comentaba filosóficamente cada suceso del viaje, por mi parte sólo abría la boca cuando me preguntaban algo, Ernest no se despegaba de Eliana, cuando los miraba recordé lo tonto que fui al pensar que esos pequeños lunares serian impedimento para ese amor, ahora que la veo bien, es muy hermosa, sus ojos color caramelo, su voz y su cabello parecían la de un ángel, así que esos dos lunares era un complemento perfecto, Eliana y Ernest hacían una bella pareja.
Llegamos al rio, y sin querer empezamos a jugar en la orilla, no todos por supuesto, sólo Romeo, Sonia y yo, al cabo de un rato Ernest se metió con nosotros y también Eliana, y presionada por Ernest, Nelly aceptó, pero cuando ella puso un pie en el rio, resbalo y se adentro en la corriente, como si el rio supiera del desdén de Nelly, las aguas la llevaron rio abajo, nadamos lo que pudimos, pero sólo logramos empujar un tronco hacia Nelly que iba flotando tomada de él, corrimos por la orilla; ya a lo lejos divisamos que una persona ayudaba a Nelly, era un zona tranquila del rio cerca a algunos sembradíos, y recordé que era el lugar donde de niños jugaba con mis amigos de infancia cerca a uno de mis pequeños cultivos de verduras, vi con sorpresa que mi abuelo venia con Nelly que estaba completamente empapada, vi como mi abuelo se alejaba, y Nelly muy avergonzada se acercaba a nosotros casi llorando, abrazó a Ernest y se dirigió rápidamente al carruaje, regresamos muy rápidamente, comimos durante el viaje al pueblo; tenía en mi un sentimiento especial, me sentía orgulloso de tener un abuelo tan valiente y bueno; cuando llegamos a la casa de Eliana nos despedimos, y camine rápidamente a mi casa, mi abuelo que ya había llegado estaba muy cansado me contó cómo había ayudado a dicha señorita, le dije lo orgulloso que estaba de ser su nieto, me abrazo y llore de felicidad.
XII
El día de la boda de Ernest y Eliana, todo el pueblo estaba invitado, la sencillez que emanaba de mi amigo Ernest invadía los corazones de todos, hasta vinieron invitados de la ciudad, jóvenes ricos que habían trabajado con él; en realidad fue la primera boda que asistí, hasta imaginé casarme de igual forma algún día, mi abuelo estaba muy elegante, sonreía y comía con gusto junto a algunos vecinos del pueblo, Romeo estaba con la familia del Barbero, su futuro suegro; veía a Sonia saludarme de lejos, también vi a una muchacha con un sombrero muy grande acercarse a mi abuelo que seguía sentado, era Nelly se arrodillo ante él y le beso la mano, creo que estaba muy agradecida con mi abuelo por aquella ocasión en el río, mi abuelo por cortesía la ayudo a pararse y le ofreció asiento, vi como conversaban, a los pocos minutos, Nelly se alejó donde se encontraba el alcalde y toda su familia. Así terminó la boda de la hija del alcalde y mi amigo Ernest, pero la historia no termina aquí. Aun falta mucho por contar, como se darán cuenta no soy como Romeo, mi prosa no es melodiosa, y mis palabras son sencillas, a mi parecer, estoy seguro que si Romeo o Ernest escribieran esta historia hubieran ganado muchos premios literarios.
XIII
Unas semanas después de la boda de Ernest, tuve una visita inesperada en mi casa, Nelly apareció en mi puerta con un cesto de melocotones, me saludó, sonrió, y me dijo: _ el día de la boda me enteré que eras nieto de la persona que me salvó la vida, que casualidades tiene el camino que lleva a la felicidad_ diciendo eso me volvió a sonreír y entro a mi casa, mi abuelo la esperaba y compartimos los frutos que la naturaleza y Nelly habían puesto para nosotros, no pensé que Nelly se llevara tan bien con mi abuelo, parecían amigos de toda la vida, me di cuenta que ella había cambiado desde el día del accidente en el río, nos miraba a los ojos, ya no miraba nuestra ropa, hasta se animó a ver lo que cultivamos ese año, me pareció una chica muy buena y dulce, me sentí a gusto con su compañía y mi abuelo llego a estimarla mucho, volvió a mi casa el día siguiente y hasta que se hizo costumbre en ella venir a visitar a mi abuelo, a veces se quedaba todo el día conversando y ayudándonos en algunas faenas pequeñas.
Una noche, mi abuelo me habló con una voz muy seria: _¿Cuando le pedirás matrimonio a Nelly, o quieres que ella se case conmigo?_ abrió los ojos exageradamente y lanzó una carcajada, yo también reí con él, me dio unos consejos a los que presté mucha atención, y muy tranquilo pero decidido me acosté esa noche.
Al día siguiente, muy elegante fui hablar con el alcalde, parece que yo no era de su total agrado, pero Ernest que era la mano derecha del alcalde, lo convenció y accedió casi a la fuerza, así fue como sucedió, esperé dos largos meses, ahorre todo el dinero que podía. Mi boda no fue tan grande como la de mi amigo, pero lo suficiente para llorar de alegría, mi abuelo, mis amigos, sus novias, las familias que me vieron crecer, estábamos todos y era completamente feliz.
Mi vida cambió con Nelly a mi lado, la hubiesen visto como me ayudaba en la granja, se ocupaba de las gallinas, y de algunos cultivos, se volvió toda una granjera y cada día que pasaba mi abuelo se ocupaba mas de pasar su vejez mirándonos a Nelly y a mí trabajar sonriendo en la granja que era de mis padres, ahora yo seguía el camino de amor y respeto a la naturaleza.
Romeo por su parte demoró en casarse, el barbero quería que Romeo compre una casa para Sonia, así que trabajó por tres años seguidos sin descansar y se casó en una ceremonia muy elegante que organizó Ernest como regalo de bodas, yo me hice cargo del banquete, y fue la tercera boda más linda del pueblo. Romeo insistió en casarse con el nombre “Romeo” y así se hizo; lo gracioso es que cuando bromeaba con su esposa cambiaba de nombre y se hacía llamar “Terry el soltero”, Romeo nunca perdió su magia poética y su alegría.
Mi amigo Ernest vivió en su casa, con Eliana y toda su familia, jamás permitió que el alcalde lo manipulara y al contrario siendo la mano derecha del alcalde, Ernest ocupando un alto cargo en la alcaldía, el pueblo mejoró, ayudó a implementar una biblioteca y adivinen quien fue el encargado, pues si, imaginan bien, se la encargó a Romeo que se convirtió en el bibliotecario del pueblo, también era sastre y barbero. Ernest mejoró la escuela, y construyó un asilo en el pueblo, arregló las calles y realizaba festivales para promocionar nuestros famosos melocotones, nadie en pueblo sabía que Ernest, mi amigo, era el responsable del desarrollo de nuestro pueblo, y el que presionaba a alcalde para realizar obras; fue a pedido de Ernest en quedar al incognito dándole los honores al alcalde; sólo nosotros, sus amigos, y por supuesto nuestras esposas sabíamos que él era el verdadero alcalde de nuestro pueblo.
He narrado esta historia con la finalidad que reconozcan que las acciones humildes son las que llevan a la felicidad y que la vida esta echa de respeto, esfuerzo y amistad.
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